Las aguas azufradas son utilizadas desde tiempos inmemoriales para el alivio de ciertas dolencias. También, como auxiliar para la belleza, pues están probadas sus cualidades rejuvenecedoras y curativas. En la selva peruana hay la posibilidad de sumergirse en aguas tibias, que brotan de un manantial, con un alto contenido de azufre, en las aguas sulfurosas de Jacintillo.
Las aguas sulfurosas de Jacintillo están ubicadas muy cerca de Tingo María y de la entrada de la cueva de las Lechuzas. Brotan de una fisura en la roca del cerro Cotomono, y se represan en una piscina, rodeada de gran belleza escénica, donde se puede disfrutar de un día especial.
Una de las características que más llama la atención en las aguas sulfurosas de Jacintillo es el cambio del color. A lo largo del día, el tono turquesa varía, en un contraste armonioso con el verde de la selva y del cielo.
En el sitio además hay mesas y sillas con parasoles y un restaurante que vende todo tipo de comidas amazónicas. También, hay caminerías con madera y pasamanos para subir por la montaña hasta el sitio donde se abre la cascada, llamada de la Quinceañera.
¿Cómo llegar a las aguas sulfurosas de Jacintillo?
En Moto taxi. Es la manera más cómoda de transportarse en Tingo María y sus alrededores. Desde cualquier parte de la ciudad, se cobran entre dos y cuatro soles por el viaje a las aguas sulfurosas.
En taxi privado. Es otra manera de llegar, se puede negociar con el mismo conductor para el viaje de retorno. La tarifa máxima por el viaje de ida y vuelta ronda los 25 soles.
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